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Análisis

La mujer  y madre de hoy

Por Carlos García Astorga

 

En el siglo XXI el papel de la mujer juega un rol muy importante en el desarrollo mismo de nuestro país y de nuestro estado, hoy hablaremos  de la mujer en el sentido de su fecundidad y su seguridad social, y  como ésta se ha trastocado por las propias exigencias de la economía familiar y los pasos agigantados de la emancipación de la mujer.

 

Durante el siglo XX la dinámica demográfica en México tuvo importantes transformaciones. Desde los años treinta, los programas de salud y la mayor cobertura de estos servicios dieron lugar al descenso continuo de la mortalidad, que se reflejó en un incremento significativo de la esperanza de vida.

 

Las costumbres, los patrones de unión y la organización familiar, así como la política pronatalista de mediados del siglo pasado, que intentó satisfacer la demanda de mano de obra para la industria creciente, poblar el territorio nacional y proteger las fronteras, propiciaron una fecundidad alta. El presidente Luis Echeverría propugnaba al inicio de su sexenio: “poblar para gobernar”. 

 

El descenso de la mortalidad y la permanencia de la fecundidad en niveles elevados, provocaron que el país tuviera un significativo crecimiento demográfico, sobre todo de 1954 a 1974, cuando el país registró tasas superiores al 3% anual, ubicadas entre las más altas observadas en la historia de la humanidad.

Este crecimiento implicó por supuesto un aumento, a corto plazo, en la demanda de servicios de educación, salud, vivienda y empleo, difíciles de satisfacer hasta hoy.

 

Lo anterior motivó un replanteamiento en la política poblacional  con sentido hacia la desaceleración del ritmo de crecimiento. Así fue como en La Ley General de Población publicada en 1974 tuvo como aspecto central la puesta en marcha de los programas de planificación familiar y de sensibilización, respecto a las ventajas de espaciar y limitar el número de hijos en las familias, mediante el uso de anticonceptivos.

 

Hoy las tendencias demográficas reflejan que la reproducción está cada vez más cercana al reemplazo generacional, pero con marcados contrastes entre grupos sociales y regiones. La configuración de la estructura poblacional en la primera década del presente siglo y su distribución en el territorio tiene implicaciones en diversos ámbitos, entre ellos: los arreglos familiares; las uniones conyugales; y las prácticas sexuales y reproductivas.

 

La tasa de crecimiento anual promedio de 2% observada en el periodo 1980-1990 disminuyó a 0.84% entre 2005 y 2010; no obstante la reducción en el ritmo de crecimiento, la población continúa aumentando en números absolutos debido a la inercia dada por el alto número de jóvenes en edad de procrear, que propicia que el total de nacimientos permanezca elevado aunque descienda el promedio de hijos por mujer.

 

Las estadísticas demuestran que el promedio de hijos por mujer  de entre 15 y 49 años en 1976 era de 5.6 mientras que en el 2010 decreció a 2 hijos por mujer.

 

La familia es el grupo social básico donde la mayoría de la población se organiza para satisfacer sus necesidades esenciales. La familia es el ámbito donde los individuos nacen y se desarrollan; en ella se notan con más claridad tanto la articulación de los integrantes a una cultura como la propagación de esa cultura. En la familia se dan las pautas para los procesos de socialización primaria.

 

Ahí se aprenden los comportamientos y se reafirman los valores, actitudes y costumbres que rigen en la sociedad, por ello es el contexto privilegiado donde se construyen las identidades de las personas, mediante la transmisión y actualización de los patrones de socialización orientados a definir los espacios y las funciones que genéricamente les corresponden.

 

Aun cuando es el eje de múltiples regulaciones, la familia no está estancada sino que es recreada continuamente por el efecto de la información de factores internos y externos, y de las instituciones encargadas de reproducir la creencia en su existencia.

 

Por lo tanto, el ámbito doméstico presenta situaciones de continuidad y cambio, debido, sobre todo, a que el entorno social más amplio en que se ubica acusa un profuso dinamismo. Las tendencias seguidas por la planificación social desde los años 50 del siglo pasado introdujeron modificaciones tanto en la dinámica poblacional como en los medios social, económico y jurídico, junto a los cuales ocurrieron cambios en las unidades familiares y domésticas, destacando los relativos a la situación de la mujer.

 

Entre otros, están el descenso artificial de la fecundidad y su impacto en el proceso de formación familiar; el retraso en la edad a la primera unión; el incremento de las disoluciones conyugales; asociado a ello se observa la tendencia a la disociación entre la vida sexual, conyugal y reproductiva; la creciente inserción de las mujeres en el mercado laboral; el incremento de las oportunidades educativas para mujeres y hombres, y por ende, el mayor nivel de escolaridad de las generaciones jóvenes; así como el constante deterioro de las remuneraciones al trabajo, que ha obligado a las familias a incorporar más integrantes en el mercado laboral para obtener ingresos.

 

En este entorno se han modificado también los arreglos y acuerdos familiares, y el modo en que las familias interactúan con el Estado y la economía.

 

La presencia creciente de la población femenina en el mercado laboral responde a los procesos de modernización y reestructuración que ha tenido la economía mexicana, aunque también es una expresión de la proliferación de estrategias generadoras de ingreso, con las cuales las mujeres contribuyen a sostener el nivel de vida de sus familias, deteriorado particularmente con las crisis y los ajustes económicos.

 

Bien harían los diversos candidatos inmiscuidos  en el presente proceso electoral, en darse una vuelta al INEGI (Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática) para estudiar estos y muchos otros datos que reflejan la situación de la mujer y madre de este nuestro Estado, ahí se los dejamos de tarea...

 

Fuente: Censo 2010 INEGI.

 

 

ALGUNOS DATOS

 

  • 26 es la edad promedio de las mujeres, un año más que la de los hombres.

 

 

  • De cada 100 mexicanas, 28 son menores de 15 años, 65 se encuentran en edad laboral, es decir, tienen entre 15 y 64 años, y 7 son mujeres adultas mayores de 65 años.

 

 

  • 13 millones de mujeres viven en localidades rurales.

 

 

  • De cada 100 mujeres de 12 años y más... 32 son solteras

 

  • 54 están casadas o viven en unión libre

 

  • 7 están divorciadas o separadas

 

  • 7 son viudas

 

 

  • Las mujeres se casan o viven en pareja en promedio a los 23.8 años

 

  • 2 hijos en promedio tiene una mujer durante su vida reproductiva

 

 

  • 7 de cada 10 mujeres mayores de 15 años ha tenido por lo menos un hijo vivo

 

  • 8 de cada 100 mujeres ha parido en su domicilio con la ayuda de una enfermera o un partera

 

 

  • Durante el período 2004 – 2009, 3 de cada 100 mujeres que estuvieron embarazadas no

 

  • tuvieron atención prenatal.

 

 

  • En cuanto a su economía y seguridad social...

 

 

  • 7 millones de mujeres son jefas de familia

 

 

  • 9 millones de mujeres no tiene acceso a los servicios básicos en la vivienda

 

  • 44% de las mujeres empleadas reciben menos de dos salarios mínimos y una de cada diez no percibe ingresos por su trabajo.

 

  • 30% de las mujeres se emplea en el sector informal

 

  • 60% no tiene acceso a las instituciones de salud y carece de prestaciones sociales

 

  • 80% no tiene acceso a las guarderías.

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